Sobre Biodivers

QUIENES SOMOS.

Las personas que integramos SIA somos Teresa Vicetto y Benigno Varillas periodistas especializados en la divulgación de la naturaleza y editores.

Carmen Varillas, ha cuidado de la administración, las facturas y otros papeleos durante muchos años. Otras muchas personas han colaborado también en la realización de nuestros proyectos de comunicación y destacamos en la actualidad a Pierre Déom, autor de El Cárabo en su versión francesa de "La Hulotte", a Javier Carrasco, que nos ha ayudado a construir este sitio WEB en Internet y Carlos Fraile, que actualmente ejerce las labores de webmaster.

Si quieres saber algo más de nosotros puedes pìnchar en nuestros nombres, donde te saldrá algún dato más o leer los artículos publicados en Quercus sobre la Historia de su fundación con motivo de su 20 aniversario, en diciembre de 2001.

Actualmente estamos trabajando en:

PROYECTO MURUNA.

La iniciativa Muruna  “Mundo Rural Naturaleza” propone una reflexión sobre nuestro futuro en sintonía con la biodiversidad del planeta. Para ello impulsa acciones de desarrollo, conservación y estudio en el ámbito natural.

Desarrolla proyectos piloto, donde experimentar la viabilidad de una nueva economía en el mundo rural basada en la producción de la biodiversidad y sustentada en la Sociedad de la Información.

www.altotero.com

www.muruna.com

CONTACTA CON NOSOTROS

Para cualquier solicitud de información puedes contactar con nosotros en el siguiente mail: elcarabo@biodivers.com

Benigno Varillas.

Asturias 1953. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid (1973/1978). Amplió estudios de postgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania (1978/79), becado por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (D.A.A.D.).

Participó en la fundación y puesta en marcha de las siguientes asociaciones y medios de comunicación:

  • Asturfoto (1974-1976)
  • Diario El País (1976-1983)
  • Federación del Movimiento Ecologista (1977/78)
  • Coordinadora para la Defensa de las Aves, CODA (1978/1994)
  • Revista Quercus (1981/2001)
  • Revista El Cárabo (1982/hasta la fecha)
  • Revista Natura (1983-84)
  • Programa de TV-2 "Ultima frontera" (1983)
  • Programa de TV-2 "A Ciencia Cierta" (1984/85)
  • Grupo Phoracanttha (1983-1985)
  • Greenpeace-España (1984-2002)
  • Consejo Ibérico para la Defensa de la Naturaleza (1985/1990)
  • Librería Linneo (1987/1999)
  • Asociaciones juveniles CPN (Conocer y Proteger la Naturaleza)(1988/1991)
  • Librería del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (1989/91)
  • Proyecto del servidor de Internet RedQuercus (1994/99) y el portal de la Naturaleza en Internet Natuweb (1999-2000).


Además de estas entidades y medios de comunicación que contribuyó a fundar, es miembro y colaborador de varias asociaciones más, como FAPAS y SEO-BirdLife, y ha publicado como colaborador artículos y reportajes en numerosas editoriales.

Recibió 15 galardones por su labor en Quercus, entre ellos el premio Nacional de Medio Ambiente del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (1989). Ha vivido en España, Alemania, Francia, Sudáfrica y Namibia y viajado por numerosos países de Europa y América.

Actualmente es director en el proyecto Muruna España, financiado por el MARM para el desarrollo de un proyecto piloto de desarrollo en el Mundo rural y en Tanzania en el área del Ngorongoro.

Teresa Vicetto

Madrid, 1956. Licenciada en Ciencias de la Información, rama de Periodismo, por la Universidad Complutense de Madrid (1978). Cursó estudios de postgrado becada en Estrasburgo, Francia, donde obtuvo el diploma del Instituto de Altos Estudios Europeos (1978/79). Posteriormente obtuvo los diplomas del curso sobre la Comunidad Económica Europea de la Escuela Diplomática de Madrid (1979/80) y el del Instituto de Estudios Internacionales de Madrid (1980/81).

En 1981 cofundó la revista Quercus. En 1982 la revista El Cárabo, que adapta de la revista francesa La Hulotte.

En 1983 participó en el equipo de periodistas fundador de la revista Natura, de la que fue redactora hasta 1987. De 1987 a 1999 fue directora de la librería Linneo.

De 1989 a 1991 dirigió la tienda-librería del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Responsable de la Web Biodivers especializada en  Medio Ambiente. Desarrolla trabajos de divulgación del medio natural mediante artículos en prensa, exposiciones y charlas.

Actualmente es responsable  de comunicación en el proyecto Muruna España, financiado por el MARM para el desarrollo de un proyecto piloto de desarrollo en el Mundo rural y en Tanzania en el área del Ngorongoro.

HISTORIA DE QUERCUS

La revista Quercus se empezó a editar en el año 1981. Su fundador, el periodista Benigno Varillas, quiso, con su creación, generar un medio de comunicación entre todos los naturalistas de campo y estudiosos de la naturaleza. En poco tiempo Quercus se constituyó -por derecho propio- en la revista de los naturalistas que publicaron en ella todo tipo de  estudios sobre la naturaleza ibérica y la protección del patrimonio natural.

Desde los primeros cuadernos en blanco y negro hasta  la etapa de todo en color las páginas de la revista resumen la historia de la observación, estudio y defensa de la naturaleza en España  durante los últimos veinticinco años, así como las actividades de instituciones públicas, privadas y grupos de defensa del medioambiente.  

Con motivo del aniversario de la revista , al cumplir veinte años se publicaron unos artículos en los que se narra la historia de la revista de la pluma de sus protagonistas.

Si quieres conocer más a fondo nuestra historia estos escritos te ayudarán

 

APUNTES PARA LA HISTORIA DE QUERCUS.

Por Teresa Vicetto.


Mayo de 1981, en Las Navillas, un pueblecito de la provincia de Segovia. Benigno Varillas y Roberto Hartasánchez, (actual presidente del FAPAS) mantienen una conversación sobre cómo deberá ser la revista de los naturalistas que aún no existe. "Deberá dirigirse fundamentalmente a los ornitólogos. Somos mayoría, por otra parte". Es la opinión de Benino. Y Roberto aunque está de acuerdo insiste en que tendrá que ser accesible a todos, "nada de rollos científico-académicos", "algo que refleje el día a día de los naturalistas de campo" añade Benino. Yo estoy presente y no doy mi opinión por ahora; unos días después sí seré la única que elijo sin dudar de entre una lista de nombres el de "Quercus".

En el mismo papel está escrito Natura, el Guerrero Azul y ya no recuerdo más (lástima no haber guardado esa relación de hipotéticos nombres para la revista ). Sabíamos que era el nombre científico de las encinas, robles, quejigos y demás vegetación mediterránea por la que luchábamos contra el Icona, organismo de la Administración que en la época estaba empeñado en plantar eucaliptus y pinos en todas partes, eliminando la vegetación mediterránea de encinas y robles, los quercus. Representaba, pues, un nombre de guerra del que -ahora me doy cuenta- ni nosotros mismos éramos conscientes de lo que significaría en el futuro. Sonaba tan "raro" que en el registro de marcas no hubo problemas y pudimos inscribirlo sin dificultad. Benigno diseñó un díptico en el que se contaba lo que iba a ser la revista Quercus -Observación, Estudio y Defensa de la naturaleza- y en el que pedíamos que se suscribieran las personas interesadas pues el proyecto sólo prosperaría si un número suficiente de personas lo secundaba.

La Seo nos prestó su archivo de socios y recuerdo haber ido a la Facultad de Biológicas donde estaba la antigua sede de la Sociedad y Sáez Royuela (secretario a la sazón) me puso delante un cajón antiguo lleno de fichitas manuscritas con nombres y apellidos; yo, armada con un magnetofón iba grabando el listado de socios ornitólogos… acompañada sólo por un pequeño tiburón en una vitrina de formol. Así se hacían los "mailings" en aquella época. Luego, en casa, ayudada por Manuel Merino y Clara Romero (amigos y compañeros de promoción) pasamos el fichero a etiquetas para enviarles el famoso díptico en el que se les decía que si querían leer esa revista tenían que suscribirse y pagar 1.300 ptas. Recibimos 700 suscripciones por adelantado y (¡lo que es la convicción y la juventud!) no nos sorprendió en absoluto. Ahora, veinte años después, sí que me parece increíble la fe de aquellas pioneros. Benigno tenía muy claro qué es lo que quería hacer: "el medio de comunicación de los naturalistas de campo" En Quercus no escribirían los periodistas; pero sí los actores de la información de naturaleza y los que luchaban por conservarla. Una última reunión con los colaboradores (¡de lujo!) de la sección "Observatorio de la Naturaleza" en la sede del Jardín Botánico de Madrid y pusimos en marcha el proyecto de la revista… la inercia dura aún hoy.


Cómo se hacía Quercus.

Muchas, muchas veces me lo han preguntado. Era un producto atípico. No corregíamos los escritos de nuestros colaboradores; si se cortaba algo era porque no cabía. No había censura ni de ideas ni de estilo. Nos llegaban multitud de denuncias de atentados y barbaridades. Y nosotros encajábamos todo como podíamos. Eso dio como resultado una revista que todos sentían como suya. "Nuestro Quercus", nos escribían en las cartas los lectores. "Vuestra, nuestra revista".

No era una frase, era el fenómeno Quercus. La redacción se nutría de una auténtica avalancha de cartas que pedían ayuda o daban ideas, contando que querían talar el soto del pueblo o que necesitaban formar una asociación. No todo cabía en las 52 páginas de la revista que, al principio salía cada cuarenta y cinco días y sólo en 1988 empezó a ser mensual. Los primeros cuadernos de Quercus estaban repletos de actividad, lucha, emoción. Era como si miles de personas hubieran estado esperando, agazapados en todos los puntos del territorio, a la existencia de la revista.

Los colaboradores que redactaban la sección de "Observatorio de la Naturaleza" eran un entusiasta grupo que marcó las pautas de lo que luego sería la divulgación en revistas no especializadas: Castroviejo (Botánica), Pedraza (Geología), Mellado (Anfibios y Reptiles), Valdecasas (Invertebrados), Delibes (Mamíferos), Juan Antonio Moreno, especialista en peces y dedicado a los tiburones . ¡Díos mío… qué equipo tan increíble!.

Además de la histórica reunión del Jardín Botánico para marcar las pautas de la sección, recuerdo un encuentro en la cervecería Santa Bárbara de Madrid con Juan Antonio que nos habló de sus tiburones y algunos más en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid… El que quiera entender mejor a que me refiero, tendrá que leerse lo que escribieron en aquellos primeros cuadernos de Quercus. Creo que el éxito no radicó sólo en que fuimos la primera revista que se orientaba hacia el tema de naturaleza, sino en que cada uno de nosotros creíamos en lo que hacíamos y ninguna empresa editorial nos limitaba las ideas con conceptos como "perfil del lector".

Faltaba conseguir una buena distribuidora en quioscos. Y no nos fuimos a las pequeñas, sino a la distribuidora de Planeta y otros editores grandes:

Midesa. Acompañados por Joaquín Araújo, quién recuerdo que para la reunión con Julio Alcalá, el representante de Midesa, le puso a Benino su bufanda al cuello, ya que Benino no llevaba corbata... y Quine pensó que así dábamos mejor impresión. De allí salió un acuerdo de trabajo que duraría hasta el año 1998 y que fue rescindido por imposición de terceros. Nuestra imprenta, Graficas Nilo, con Juan Manuel Rico, (y Pedro Martín ; Angela, J. Antonio ..) fueron los otros compañeros de viaje.


Nace la primera revista de naturaleza en España.

El 21 de diciembre, con una portada negra contraviniendo todas las tendencias de la época en cuanto a portadas y la imagen de un ave nocturna con poco "feeling (en opinión de los estudios de mercado que aconsejaban salir con primeros planos de chimpancés) colgamos nuestra revista de los quioscos. Y para apoyar la salida de la nueva publicación imprimimos unos carteles (también negros) anunciando el nuevo Quercus. ¡La decisión nos costó 100.000 pesetas de la época! Y aunque ahora nos reímos, nada más colgar nuestros carteles en los quioscos, en España -donde padecíamos pertinaz sequía- cayó un torrente de agua que dejó nuestro mensaje chorreando negra tinta… ¡Un buen augurio!… dijo Benino…

El tiempo le dio la razón. Los suscriptores aumentaban cada día y para ir a correos en el número 4, ya no nos bastó con el coche 2 caballos que teníamos, un colega periodista, Federico Tuya, nos llevó en su Land rover los Quercus a la central de correos de Chamartín donde, por cierto, los empleados nos ayudaron muchísimo en la difícil tarea de ponernos al día con franqueos concertados, reembolsos devueltos, impresos y otras peculiaridades de los envíos masivos. También allí teníamos fieles seguidores de Quercus y, todavía hoy, mantenemos contacto con algunos de ellos en la delegación de Mercamadrid.

La primera redacción de Quercus estuvo en Conrado del Campo, 8, nuestra vivienda, allí se amontonaban las revistas (devoluciones y recién impresas) por todos los rincones (hasta debajo del sillón). Siempre decimos que de Conrado nos echó Quercus. Buscamos un piso más grande en la calle Hartzenbusch, que a pesar de su impronunciable nombre pasó a ser ampliamente conocido por lo que Benino acuñó como "el movimiento ecologista". Eran grupos y asociaciones de todos los puntos de España: Silvema, Gob, Depana, Adenex, Adega,… Periodistas como José Manuel de Pablos, a quién recordaré siempre llamando por teléfono y dictándome notas de prensa… Investigadores como García-Dory o Bernáldez y universitarios como Paloma Garzón, Ignacio Doadrio, Luis Mariano González y chicos muy muy jóvenes como Santiago Martín Barajas, Juantxo López Uralde y Eduardo que acababan de formar el Grupo de Ingenieros (?) pasaron por Hartzenbusch. La redacción era también nuestra casa, así que además de los montones de Quercus por todas partes, recuerdo llamadas telefónicas a horas intempestivas para informar sobre la desecación de una laguna, la tala de un encinar o cualquier otra barbaridad y gente que llegaba con extraños paquetes que contenían animales heridos o "requisados" a desaprensivos …

Aún no existía el GREFA… así que los erizos , las tortugas o los búhos permanecían en cuarentena en el baño a la espera de podérselos enjaretar a alguien que fuera en dirección a una zona apropiada para la suelta del bicho.


En esta época de Quercus quiero recordar a Miguel Martínez, optimista, entusiasta y maravilloso… que se fue dejándonos a todos un hueco en el corazón. Estaba destinado a ser nuestro dibujante-maquetista… pero no pudo ser. Carmen Varillas se incorporó también entonces a Quercus donde ha estado encargándose de toda la administración y gestión de suscriptores y envíos con una dedicación y un cariño que conocen bien los suscriptores de la revista.

En la sede de Hartzenbusch nació Greenpeace España (en el nº 14 de Quercus se inserta un folleto) y el grupo de acción Phoracanta, el Grupo Oso en el que estaban Palomero y Hartasánchez… y muchos más colectivos, como por ejemplo el Consejo Ibérico, el Grupo Quebrantahuesos…….


Por cada lector, un bosque.

No me da ningún rubor reconocer que nosotros no éramos expertos en casi nada, pero los entendidos llegaban a la redacción y nos contaban lo que pasaba. Así nos enteramos de la existencia del abeto andaluz, el pinsapo, de las sabinas (Miguel Angel Moreno, Emilio Blanco) o de la del pato de pico azul al que llamaban malvasía (José Antonio Torres-Esquivias), o la desecación de Doñana… y Benino ponía en marcha la maquinaria para la acción. Fue una época de muchísimo trabajo, pero muy bonita y gratificante. en la que inventamos (Benino inventó) en un medio de prensa la "dirección de contacto" para promover la acción directa. Quercus no era nuestro trabajo. Benigno estaba en el diario El País y yo en la redacción de la recién creada revista Natura. Así que al volver nuestras respectivas redacciones se hacía Quercus… y el fín de semana y en ratos libres militábamos en lo que ya se llamaba el movimiento ecologista. Para más detalles, léase el editorial del cuaderno nº 13, de la primavera del año 1984. De la época, recuerdo con especial cariño los encadenamientos en Palancares, la decisión de tomar Cabañeros y montar un campamento hasta que se protegiera ese espacio (idea copiada de los ecologistas alemanes) Un cariñoso recuerdo para Paula y Antonio Rozalén, Javier Sáez, Miguel Angel Moreno y Fernando Fueyo. La campaña "por cada lector, un bosque" en la que iniciamos la fiebre repobladora de bellotas, significó uno de nuestros mayores logros. Quercus era algo más que una revista, era una filosofía que compartían ya más de los censados 14.000 compradores de la revista…

Seis años después, en 1987, dejé mi trabajo de redactora en la revista Natura para dedicarme sólo a Quercus , a la revista "el cárabo" y a la recién creada librería Linneo. Benigno ya había abandonado el diario El País. Los montones de Quercus nos habían echado de Hartzenbusch y teníamos desde hacía un año una nueva sede: un gigantesco garaje que hacía nuestras delicias en la calle Pedriza. Desde allí -por petición unánime de los lectores- la revista se haría mensualmente -, el Servicio Bibliográfico de Linneo empezó a publicar su primer catálogo y abrió dos librerías en el Museo de Ciencias de Madrid. Conocimos a Antolín Treceño, colaborador incondicional y amigo inestimable (también a Rosa). Y desatamos nuevas campañas: hablamos por primera vez del peligro de las pilas (un recuerdo cariñoso para Marion Cavanna, infatigable e imaginativa donde las haya) y se puso en marcha los CPN (Asociaciones para Conocer y Proteger de la Naturaleza), Mandamos a Bruselas a trabajar a dos personas. Con tanta actividad, aumentó "el personal" quizás en demasía para la filosofía de la revista. Es sintomático que aparece ya un "staff" en el que figuran muchos nombres. Benino y yo íbamos con la lengua fuera para alimentar a tanto equipo. Mucha gente atraída por el brillo de Quercus aterrizó por allí pensando erróneamente que éramos lo que no éramos.

Afortunadamente, en septiembre de 1990 hemos iniciado ya una limpieza y en cierta medida una vuelta a los orígenes. Volveremos a ser menos y más eficaces. De todas maneras no podemos limitarnos a editar la revista, hay muchas cosas alrededor de las que hay que ocuparse. Como primera medida Benigno "recupera" la coordinación en la mancheta en agosto del 91, aunque nunca ha dejado de tenerla en la práctica. En febrero del 91 vuelve a constar su nombre como director. Estamos en pleno paso del ecuador.

Los siguientes diez años lo intentaremos casi todo: resúmenes en inglés, cambio de portada, más fotos, más colorín, búsqueda de publicidad, edición de libros, más ilustraciones (Eugenio Sánchez-Silvela), nueva maqueta, vuelta a los orígenes. Número 100, nueva dirección: Camino de Hormigueras desde donde se fabricarían aún cuatro tomos más de Quercus , cinco libros y dos catálogos de Linneo y... nuestra entrada en la era digital de la mano de nuestro amigo y gurú Peter Meuser . ¿Quién da más?

Visita: www.quercus.es